Su múltiple origen.
Los acúfenos no tienen un origen único y específico. Suelen originarse por uno, o la suma de varios desencadenantes y pueden afectar a cualquier persona. Las razones más comunes son las infecciones víricas, los problemas vasculares, las contracturas y problemas de cuello y mandíbula, el consumo de algunos medicamentos y especialmente, los traumas acústicos.
Además, podemos encontralos tras un infarto, ictus o embolia, en las otitis repetidas, la enfermedad de Ménière, un tumor en el nervio acústico, infecciones víricas y bacterianas, con el consumo de algunas sustancias (ototoxicidad) o en los cambios hormonales habituales en las alteraciones de ciclo; y por supuesto, también, pasando por una lesión en las células neurosensoriales o una afectación en el córtex cerebral auditivo que ocasionan hipoacusia.
Factores de riesgo:
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El estrés, el cansancio o la ansiedad son algunos ejemplos de causas que pueden provocar esta dolencia. Con el agitado ritmo de vida que llevamos actualmente, es inevitable no sufrir algunos de estos signos. Estos factores están en nuestras manos, pero existen otros, que no dependen de nuestra actuación.
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Una exposición continuada a sonidos de alta intensidad o el uso frecuente de auriculares para escuchar música, la televisión o la radio, también suponen un riesgo.
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El consumo de sustancias tóxicas y los problemas de colesterol o de hipertensión aumentan las probabilidades de que se pueda llegar a dar esta afección.
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Los cambios meteorológicos, el ruido ambiental, etc. Provocan una mayor sensibilidad en nuestra capacidad auditiva y ponen en riesgo su buen funcionamiento.
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La práctica de actividades con cambios bruscos de presión (submarinismo, paracaidismo, escalada, etc.).
Síntomas
La mayoría de las personas que padecen acúfenos (tinnitus) experimentan un deterioro en su calidad de vida. Este deterioro depende de la intensidad del mismo acúfeno. Los signos que presentan las personas con acúfenos pueden ser varios: percepción del pitido o ruido, inestabilidad, dificultad para conciliar el sueño, pérdida auditiva, mareos, dolores de cabeza, sensación de agotamiento y ansiedad constante, etc.
Las personas afectadas por esta dolencia pueden presentar numerosos síntomas, tales como la ansiedad o la depresión. Estos desencadenan otros signos que se manifiestan en un bajo rendimiento laboral, una dificultad o incapacidad para conciliar el sueño, e incluso en una disfunción sexual. Esta sintomatología nos puede ayudar a revelar el origen que los provoca entre otras señales como la falta de concentración o el agotamiento psíquico.
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En el 70% de los casos esta patología puede ir acompañada de una pérdida auditiva. Esto sucede debido a que las células responsables de generar la acción auditiva están generando el acúfeno, la cual es una función distinta a la que le corresponde.
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En el 40% de los casos provoca una mayor sensibilidad a los sonidos externos (hiperacusia o algiacusia), ya que existen fenómenos de reclutamiento celular que provocan un aumento en la ganancia del estímulo que llega a las áreas auditivas corticales.